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miércoles, 25 de enero de 2012

Y ademas opino que Cartago debe ser destruida...

Dido Construyendo Cartago

Delenda est Carthago (Cartago debe ser destruída) y Ceterum censeo Carthaginem esse delendam (además opino que Cartago debe ser destruída).
Se convirtieron en las frases más repetidas por Marco Porcio Catón (234 a.c-139 a.c.), mítico político romano partidario de declarar una guerra preventiva contra Cartago y destruírla hasta el punto de terminar todas sus alocuciones en el Senado, viniera o no a cuento, con dicha frase.

Se cuenta incluso que un día se presentó ante sus conciudadanos con un higo fresco que había sido recogido en Cartago tan sólo tres días antes para demostrar el peligro que corría Roma con un enemigo tan fuerte y tan cercano.

Sus tesis acabaron triunfando y Cartago convertida en llamas. En el año 146 a.c. Escipión ordenó a las legiones destruir totalmente la ciudad hasta los cimientos e hizo que un arado marcara surcos sobre el suelo durante 17 días y sembrarlo con sal, para que nada volviera a crecer allí.

Al margen de la más conocida historia de los Bárquidas, la historia de Cartago, como la de todos los pueblos, viene marcada por su fundación y su destrucción, momentos que en el caso de Cartago tienen en común el sacrificio y la actitud heroica de una mujer líder de su pueblo que en ambos casos acabó en la hoguera...

FUNDACIÓN 814 a.c.

Cuenta la leyenda que Elisa, princesa de la ciudad fenicia de Tiro, se vió obligada a huír de su ciudad junto a sus más acérrimos partidarios. Tras una breve estancia en Chipre recaló en las costa norteafricana donde llegó a un acuerdo con los nativos.  Podría adquirir todo el territorio que pudiera ser cubierto con una piel de buey.

La princesa ordenó trocear la piel en finísimas tiras verticales que luego fue extendiendo para abarcar un espacio mucho mayor de lo que esperaban los habitantes del lugar. Se establecieron así los cimientos de la ciudad, cuya población se vería aumentada por la llegada de gentes procedentes de establecimientos fenicios cercanos.

La leyenda concluye con el suicidio de Elisa (Dido en la Eneida de Virgilio), que, asediada por uno de los monarcas locales que exigía el matrimonio con la reina para evitar la destrucción de la ciudad recién fundada, optó por inmolarse en la hoguera.

DESTRUCCIÓN 146 a.c.

En la noche anterior al ataque decisivo Asdrúbal abandona en secreto a los suyos y se presenta ante Escipión con un ramo de olivo en la mano. Por la mañana el general romano manda llevar a Asdrúbal delante del templo y exponerlo allí a la vista de los defensores, con el fin de desmoralizarlos. Los defensores, sin embargo, tras haber lanzado una infinidad de improperios y maldiciones contra el general traidor, prenden fuego al edificio y se arrojan a las llamas.
Se dice que, mientras estaba prendiéndose fuego, la esposa de Asdrúbal se atavió con sus mejores galas en una de las estancias interiores; luego, recubierta con todos sus adornos, salió a la balaustrada con sus hijos y habló en primer lugar a Escipión. Le deseó buena suerte en su vida –– le dijo que no le guardaba rencor, pues había obrado de acuerdo con las leyes de la guerra. Después maldijo a su marido en nombre de la ciudad y de sus dioses, y también en el suyo propio y en el de sus hijos, y se declaró separada de él por toda la eternidad. A continuación estranguló a sus hijos y los arrojó a las llamas; finalmente ella misma se lanzó al fuego.
Carthage punique, de Lepeyre y Pellegrin

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Fe de Erratas:

Es posible que esta entrada albergue algún error histórico referido a fechas o nombres. Si es así, ruego que me lo notifiquéis para dar fe del error. Muchas gracias por vuestra colaboración


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Más información:

National Geographic Historia nº33
Cartago
Asdrúbal



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